de Zaira
(para 4 personas)
INGREDIENTES
PREPARACIÓN
En su interior, las habitaciones están bien distribuidas en la parte superior, como en los más nobles palacios; una amplia entrada en el centro y las habitaciones en los dos lados principales.
Sobre las paredes con sus colores audaces - un rojo pompeyano y un verde veronés oscuro, que casi reclaman nobleza - se han quedado las siluetas de los muebles, como si alguien les hubiera dibujado los bordes para recordarlos. Pero el apartamento está vacío. Ha quedado solo una mesa de madera, también verde, allá en la pequeña cocina, abandonada con mucha seguridad por no ser de suficiente valor.
Ha sido construida con madera pobre, tiene las aristas redondeadas, las patas poco torneadas y un pequeño cajón con un pomo. Es de color verde, un verde brillante que a veces llega a ser molesto; “Es verde guisante pelado” dijo Luciano de inmediato, un veneciano de otros tiempos, al pasar la mano sobre el barniz.
Y todos supimos a lo que se refería, como todo veneciano digno de sus orígenes.
La crema de guisantes pelados, tan difundida en la cocina veneciana como plato casero fácil y saludable - que todos al menos una vez prueban-, le ha dado el nombre a un tipo de verde inconfundible. Seguidamente la mesa fue pulida y tomó tonos más sobrios, que se combinan mejor con los colores de la cocina. Años después la mesa vivió momentos solo comparables con los que habría vivido si fuera un árbol vivo.
Encuentros con amigos que venían desde lejos con sus historias y regalos, vinos perfumados, postres fragantes...sopas de guisantes pelados que despiertan los recuerdos de nuestro pasado, incluyendo el de la mesa. Todavía conservo esta pequeña mesa; las cocinas han cambiado con las casas; las huellas de tantos años no la han envejecido y su valor no es solo el de una pobre madera de bar. Me hace sentir en casa, como esta sopa.
Soy Zaira Zarotti,
Photographer & Visual Storyteller, Autora del blog The Freaky Table.
La belleza efímera de las cosas simples y cotidianas, de las cuales la comida es sin dudas una parte importante, es para mí un pretexto de prospección visual e interior.
La comida es un sustento seguro, pero es también cultura y nos representa más de lo que podemos imaginar.
La fantasía de las legumbres en la cocina no tiene límites para mí. Hoy, más que en el pasado, son la sana respuesta proteica a las necesidades de alimento para todos, sin el derroche de enormes recursos en ventaja de pocos. Tienen memorias de antiguas sabidurías y nuevos retoños de conocimientos. Son ya un futuro sostenible, que respeta la Tierra y le agradece.